Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

sábado, 17 de septiembre de 2016

PRIMERO MORIR, PARA LUEGO VIVIR



La vida necesita ser sembrada para nacer, y lo sembrado necesita, primero morir, para luego dar vida. Igual nos ocurre a nosotros, necesitamos morir, para luego dar vida. Pero morir no es fácil, ni un instante. Morir es un proceso que exige tiempo, paciencia, fe y aceptación, y mucho amor. 

María, la Virgen, Madre de Dios y también Madre nuestra, nos sirve de ejemplo. Su vida fue un camino de muerte a sí mismo, renunciando a todo para hacer la Voluntad de Dios hasta llegar al pie de la Cruz. Seguir a María es seguir a Jesús, su Hijo, porque ella nos lleva irremediablemente a Él. En ella aprendemos a ser semilla que se deja morir, por la acción del Espíritu Santo, para dar frutos para Gloria de Dios.

Danos, Señor, la paciencia y perseverancia de tu Madre, María, nuestra Madre, para ser semilla como ella y perseverar también como ella en buena tierra y, hundiendo nuestras raíces en ella, dar los frutos que, Tú, Señor, por la acción del Espíritu Santo, esperas de nosotros.

Infunde en nuestros corazones la fortaleza y voluntad necesaria para resistir y rechazar las tentaciones de la mala tierra de este mundo, que pretende ahogar nuestra esperanza y nuestra fe. Riega, Señor, nuestra vida con esa agua que ofreciste a la samaritana, que salta hasta la Vida Eterna, para que nuestro vivir sea un morir a esta vida para, dando frutos, vivir para la Eternidad. Amén.

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