¿Qué sería de nosotros, creyentes, si la piedra del sepulcro hubiese permanecido cerrada? ¿Dónde y qué hubiésemos hecho? ¿A dónde hubiésemos ido? ¿Cómo sería el mundo de hoy? ¿Habrían derechos humanos? ¿En quién nos apoyaríamos para proclamar el amor y la verdad? ¿Existiría la verdad?
Todas esas preguntas y muchas más nos haríamos todos aquellos que hoy gozamos y saltamos de alegría ante la experiencia de la Resurrección del Señor. Porque Él ha dado sentido, esperanza y alegría a nuestra vida. No es el mundo y menos la muerte quienes tienen la última palabra. Es el Señor Jesús, el Hijo de Dios Vivo quien ha hablado con la Resurrección y muriendo por cada uno de nosotros, los hombres, en la Cruz.
Él ha vencido a la muerte y nos promete que nosotros también la venceremos si caminamos en Él y vivimos en Él. Es el Amor que vence al desamor; es la Verdad que vence a la mentira; es la Justicia que vence a la injusticia; es la Vida que permanece en nosotros para siempre si creemos en Jesús y vivimos a su estilo.
Aumenta Señor nuestra fe y muévenos a vivir en el amor por tu Espíritu y tu Gracia. Amén.