Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 27 de marzo de 2017

YO SÉ DÓNDE ESTÁS, SEÑOR


No tengo excusas ni justificación. Aquel ciego sí las tenías, pues él no sabía quien eras, Señor. Después de darle la vista creyó que era un profeta, pero nada más. Sin embargo, fue dichoso, pues Jesús mismo se le presentó y le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante Él.

Quizás nos ocurre como aquellos otros, que creemos que vemos y estamos ciegos. Y nuestra ceguera permanece. Y perdemos tu rastro Señor y tomamos otros caminos. Ábrenos los ojos, Señor, para oler tu perfume de amor y encontrar tu camino. Tu Palabra nos lo revela y nos dice que nos esperas en el Sagrario. Nuestra santa Madre Iglesia, continuadora de tu Misión, nos señala tu Camino y nos descubre tu Amor y tu sacrificio generoso para el rescate por nuestros pecados. Y nos indica dónde te encuentras, transformado, bajo las especies de pan y vino, para ser nuestro alimento espiritual con el que podamos vencer al mundo y sus tentaciones.

Quiero acudir a ti como ese funcionario real, con la esperanza de que cures mis enfermedades. Enfermedades del alma, de la duda, de la ceguera, del olvido, del pecado y de la muerte. Quiero creer en Ti, Señor, porque sólo Tú eres mi esperanza y mi salvación. Por eso, unidos todos, queremos pedirte que enciendas en nosotros la llama de tu Amor, y nos prendas de fe. Esa fe en Ti que sólo Tú nos puedes dar.

Porque nosotros, Señor, estamos muertos por el pecado y heridos por nuestras limitaciones humanas, que levantan una muralla delante de nuestros ojos, no sólo físicos, sino también del corazón, que nos impide verte. Derrumba, Señor, esos obstáculos y danos tu salvación como al hijo de aquel funcionario real. No sólo temporal, sino esa salvación que Tú realmente quiere para cada uno de nosotros: "La Vida Eterna". Amén.

domingo, 26 de marzo de 2017

DANOS LA LUZ PARA VERTE, SEÑOR.

Los milagros, superando las leyes naturales, están puestos para que despertemos y quedemos sorprendidos por tu Poder, Señor. Los milagros son ocasiones donde, Tú, Señor, en nombre del Padre, manifiesta su Gloria, pero también su Amor a todos los hombres. 

Eso te pedimos hoy, Señor, que hagas el milagro de que nuestros ojos vean más allá de lo que alcanzas sus poder físico. Que vean la Luz de tu Bondad y tu Misericordia. Y tu Divinidad, Señor, Hijo de Dios Vivo. El Mesías enviado a salvarnos y rescatarnos del pecado.

Quiero responder a esa pregunta que le hiciste al ciego: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante Él. 

Tú sabes Señor que hay dentro de mi pobre y humilde corazón. Sabes lo que palpita dentro de él y aunque quisiera no puedo engañarte. Tú sabes que yo quiero creer y en eso pongo todos mis esfuerzos. Tú sabes que trato de, con mi poca luz, compartir la fe que tengo y alumbrar a otros que quizás no sienten el deseo de conocerte. Pero, también sabes de mis noches oscuras, de mis confusiones o debilidades, de mis cegueras y mis vacilaciones. Y, sobre todo, de mis pecados.

Tú, mi Señor, lo sabes todo, y, postrado ante Ti quiero pedirte que fortalezca mi fe y la aumentes para que mi servicio sea más y más hasta gastar mi último aliento en hacer tu Voluntad. Danos, Señor, la sabiduría y la fe para ser luz y palabra que te transmita con la vida y las obras. Amén.

sábado, 25 de marzo de 2017

MARÍA, EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO

Tú, Madre, ha sido elegida por Dios desde el primer momento de tu nacimiento. Fuistes adornada con la Gracia de Dios para ser la Madre de su Hijo. Pero, también, Él, en el momento de su Muerte en la Cruz te ofreció como Madre de todos los hombres. Y, a Ti, Madre, recurrimos para pedirte que intercedas por nosotros.

Queremos responderle a tu Hijo como tú lo has hecho, con ese sí responsable y dispuesto a hacer su Voluntad del Padre. Y, para eso, pedimos tus consejos y tu asesoramiento y compañía, a fin de que nos instruyas en las virtudes de la humildad, de la sencillez, de la obediencia y, sobre todo, de la fe. Queremos unirnos a ti para que nos enseñes a pedir la fe. Esa fe que tú supiste sostener siempre firme a pesar de las dificultades y tropiezos que te salieron al paso.

Madre, a ti nos unimos y agarramos para que nos ayudes a sostenernos y a caminar hacia el encuentro con tu Hijo. Tú lo acompañaste, junto a tu esposo José, durante su infancia, y conocistes muchos de sus secretos e intenciones. Fuiste su educadora y su, con José, protectores de su vida y formación. Sabes de que forma pedirle consejos y su Gracia, para que seamos también fortalecidos para el camino.

Ayúdanos a decir contigo: «He aquí el esclavo del Señor; hágase en mí según tu palabra», para, mirándonos en ti podamos esforzarnos en seguir, tomados de tu Mano, el mismo camino perseverante y obediente que tú, Madre, has recorrido. Amén.