Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

SABIDURÍA DIVINA BAJADA DEL CIELO

Danos, Señor, una sabiduría, no de este mundo, sino la que viene de Ti, Señor. Porque, la sabiduría de este mundo es una sabiduría que busca el éxito, el placer, la comodidad y el propio interés. Yo quiero, Señor, una sabiduría que me abra los ojos y pueda ver mis malas inclinaciones y mis propios egoísmos. Una sabiduría que me ayude a renunciar de mis intereses egoístas y de la búsqueda de mi propia vanidad.

Danos, Señor, la sabiduría del único y verdadero amor. Aquel que busca, no tu propio bien, sino el bien de los demás. Un bien que les descubra la verdadera vida, no la vida de este mundo obsoleto y caduco. Porque, por mucho que, aparentemente, creas encontrar la felicidad, encontrarás ruina y muerte. Un mundo lleno de espejismos y mentiras sometidas al propio autoengaño que distorsiona la realidad para dar razones a tus engañosas razones.

Porque, la verdad es una sola y se descubre cuando se busca realmente el bien del otro. Un bien, a veces, apoyado en el sacrificio, en la renuncia, en la lucha por vencer nuestros egoísmos. Un bien que respira verdadero amor porque ansía el bien del otro. No, porque podemos confundirnos, llenarnos de caprichos y cosas de este mundo, sino un bien apoyada en el único y verdadero Camino, Verdad y Vida.

Pidamos y abramos nuestros corazones a esa Gracia de la Sabiduría de Dios. No confundida con esa sabiduría minúscula del mundo, de lo caduco, sino la Sabiduría del buen discernimiento y de la búsqueda de la verdad que nos viene de Dios. Eso te pedimos, Señor, en este miércoles, 20 de octubre, a las puertas de la entrada del otoño. Un otoño donde los árboles mudan sus hojas y se renuevan con las frescas lluvias que esperan recibir.

También nosotros, de la misma forma, queremos renovar nuestros corazones y llenarlos de esa Gracia nueva que revitaliza todo nuestro cuerpo y nos prepara para crecer y dar buenos frutos de humildad, esperanza y amor. Amén.

martes, 19 de septiembre de 2017

¡SEÑOR, YO QUIERO IR EN TU COMITIVA!

No quiero esperar a la hora de mi vida. Entre otras cosas, porque sé que tiene que llegar, y tendré, como ha pasado con mis padres, que morir. Igual ha pasado con ese joven, Señor, que al ver a su pobre madre, viuda te has compadecido y le has resucitado. Yo también quiero que me resucites, Señor, pero, no una resurrección para esta vida, sino una Resurrección eterna.

Por eso, Señor, quiero estar preparado ya desde ahora. Sin pérdida de tiempo, para no esperar a que Tú pases por delante de mí, porque puede ser que no coincidas con mi entierro. Yo quiero invitarte ya desde ahora. Invitarte a mi muerte para que Tú me la des para siempre. Sí, Señor, quiero ir contigo para no perderme y morir lejos de Ti.

Por eso, Señor, te pido ya, desde ahora mismo, que me des la fe necesaria para movilizar todo mi ser y servirte. Servirte en los hermanos, amando y haciendo por ellos lo que quiero hacer conmigo. Haciendo por ellos lo que Tú haces también conmigo. Hablarles de Ti y, por tu amor, testimoniarle como Tú les quieres y lo que has hecho para salvarlos, y lo que haces para que tengan Vida Eterna.

Dame, Señor, la fortaleza y la sabiduría para saber expresar y testimoniar, no sólo con palabras, sino, principalmente, con la vida y con mis pobres obras, que Tú vives y que has bajado a la tierra a pagar el rescate de nuestra salvación con tu Vida. Y nos esperas y acompañas para darnos fortaleza, paciencia y perseverancia para no desfallecer y permanecer siempre en Ti.

Señor, en la esperanza de perseverar pacientemente nos encomendamos a Ti, y depositamos toda nuestra confianza en tu Amor y Misericordia. Queremos, Señor, caminar junto a Ti y ser de tu comitiva, que es estar llamados al gozo y la felicidad de vivir eternamente junto a Ti. Amén.

lunes, 18 de septiembre de 2017

DAME, SEÑOR, UNA FE DE CENTURIÓN

Sí, yo quiero y aspiro a tener una fe como la de aquel centurión. Y para ello cuento contigo, Señor. Y digo que cuento contigo, Señor, porque yo sólo nunca podré. La fe es un don Tuyo, y para tenerla necesito pedírtela y esperar pacientemente que Tú, Señor, quieras dármela.

Porque, Tú eres justo, Señor, y lo que decidas y hagas estará bien. Por eso, pacientemente, me postro a tus pies, y como aquel centurión, manifiesto mi demérito para ser merecedor de ese don gratuito que Tú, Dios mío, me puedas dar. Pero, a pesar de que mis palabras brotan como empujadas por el Espíritu, quiero sentirlas en lo más profundo de mi ser y experimentarlas en mi corazón. 

Dame, Señor, esa confianza e inocencia de experimentar la pureza de la fe. Esa intención pura. bien intencionada y buena de creer en tu Poder y tu Amor. Sé que eso no está a mi alcance si no es por tu Amor y Misericordia. Sé, Señor, que todo depende de Ti y que todo está en tus Manos. Por eso, como ese centurión del Evangelio, yo también me siento indigno de que entres en mi, y que sólo una Palabra tuya bastará para transformarme y llenar mi humilde y pobre corazón de fe.

He reflexionado mucho sobre este Evangelio. Lo he leído muchas veces y también oído en homilías, pero, ¿realmente mi fe ha aumentado? No lo sé, Señor. Y eso me preocupa. Quizás haya aumentado y no lo note, por eso, mi petición va dirigida a que me la aumentes, que me hagas crecer en fe, Señor, hasta el punto de experimentar y sentirte cerca y dentro de mí.

A extrañarte si Tú no eres lo primero en mi vida. A experimentar desorientación, sin sentido, desconcierto si Tú faltas en mi vida. A sentirme sin rumbo, perdido y vacío si tu presencia se aleja de mí. Dame, Señor, la Gracia de saberte y descubrirte siempre cerca, a mi lado, sabiendo que con y en Ti nada tengo que temer, porque Tú me salvas de todos los peligros y me llevas contigo a la Vida Eterna. Gracias, Señor.